Pilar y Noemí son dos jóvenes madres y amigas que están
viviendo el embarazo a la vez. Sus vidas son muy similares en lo fundamental.
Ambas están casadas, ya habían estado embarazadas antes, viven en Huesca, no trabajan
y son gitanas.

Noemí, también embarazada de seis meses es una madre
experimentada y a pesar de ser aún una mujer joven, dará a luz al tercero de sus
hijos.
La vida les sonríe, a ambas, a pesar de que sus maridos
estén en paro y tengan que vivir a base de las ayudas familiares “Nos ayudan
nuestros padres, nuestros suegros…gracias a ellos, a los niños no les falta de
nada”. Y es que un nuevo niño está en camino y la felicidad supera cualquier
traba económica y social en el caso de estas dos mamás. “No hay palabras para describirlo, cuando te
ponen el bebé encima…no hay palabras” dice una emocionada Noemí, cuya cara
refleja la ansiedad por ver el rostro de su pequeño.

Ahora tan solo les queda esperar unos meses más para
enfrentarse al parto (rezando para que esta vez puedan solicitar anestesia
epidural) y aumentar la familia un poco más. Y es que no tener miedo a las crisis (de cualquier tipo) y valorar la familia por encima de todo son condiciones obligatorias
para ser una madre gitana, de las de toda la vida.
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