martes, 21 de febrero de 2012

¿Nos ha hecho el trabajo peores madres?

Es el eterno debate, la siempre discutida conciliación. ¿Hemos perdido calidad como madres? ¿Hemos ganado como mujeres? ¿Ninguna de las dos cosas? ¿Ambas a la vez? El debate está servido.


Desde que comenzó la incorporación masiva de la mujer al trabajo la maternidad sufrió cambios considerables. Se pasó de un modelo de mujer cuyas labores consistían en atender una casa, marido e hijos a una mujer que, además de todo eso, debía atender sus obligaciones como profesional. Todo ello trajo consigo muchos cambios a la hora de afrontar la maternidad ya que había que prescindir y o cambiar ciertos hábitos. Por ejemplo, la lactancia materna. No es extraño que fuera a comienzos de los setenta cuando se puso de moda dejar el pecho de manera radical para dar el biberón. Probablemente existan más causas pero la incorporación de la mujer al trabajo tuvo buena parte de culpa. Por descontado, el discurso feminista, con una visión diferente de la maternidad, empezó a hacer mella y llegó a España haciendo que muchas mujeres contemplasen la maternidad con unos parámetros diferentes a los expuestos y aceptados hasta la fecha.

Los ochenta y los noventa, acariciados por un capitalismo salvaje, parece que tuvieron una visión de la maternidad menos “entrañable” que la que se había vivido hasta la fecha y que había tenido una gran punto de inflexión en la década inmediatamente anterior. Las prisas, un crecimiento económico acelerado, una vida más rápida trajeron consigo dos aspectos fundamentales, la plena incorporación de la mujer al trabajo conciliando con la maternidad (ahora las raras avis son las que no trabajan fuera de su casa) y el inevitable descenso de la demografía que se inició en los ochenta y parece haber llegado hoy día a su punto más bajo.

Hemos dejado ya atrás la primera década del siglo XXI y estamos dando comienzo a la segunda. A nadie a estas alturas se le escapa que desde hace años están surgiendo tendencias, corrientes de pensamiento que nos inducen a una vuelta a lo tradicional, a lo “natural” (entiéndase esto como lo que se hacía antes), a lo de toda la vida. Es por esto por lo que se han generado debates muy polémicos, a veces hasta con agrias discusiones. De los más seguidos son precisamente lactancia materna o biberón, dormir con los hijos (colecho) o llevarlos a sus habitaciones enseguida, enseñarles a dormir con métodos como el del doctor Estivill, debates que muy probablemente han surgido precisamente porque las mujeres han entrado de lleno en el mundo laboral. Una mujer de comienzos del siglo XIX no se planteaba cuándo dejar el pecho, simplemente confiaba en la naturaleza (salvo complicaciones médicas)

En madretoday no queremos generar agrias discusiones pero sí foros y espacios de debate. Y os planteamos una pregunta de fácil renunciamiento pero de difícil respuesta. Y nos gustaría que nos dieses tu opinión sincera basada en tu experiencia.

¿La maternidad es la gran perjudicada si la mujer trabaja fuera de casa o, por el contrario se refuerza?

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5 comentarios:

  1. Interesantísimo debate el que habéis propuesto. En mi opinión sí hemos perdido un poco de calidad como madres pero bien es cierto que hoy en día pocas mujeres pueden plantearse no trabajar fuera de casa, más aún tal y como están las cosas. Es cierto, se pueden renunciar a muchas otras pero a qué? a comprar mejores alimentos? a escoger un colegio que no te convence del todo pero es más barato? Obviamente no hablo de lujos. Lo de siempre, creo que deberíamos ser más solidarias entre nosotras mismas. Un saludo

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  2. Esta no es la misma pregunta que me habéis planteado en el blog así que me ceñiré a ella y no a lo que me habéis preguntado allí.

    Yo creo que con este sistema hemos perdido todos como individuos. Estamos inmersos en la carrera de la rata, de la que es muy complicado salir. Este sistema no nos valora por lo que somos sino por lo que producimos y por nuestra capacidad para consumir.

    Recuerdo mi niñez y no sólo mis padres, muchos otros padres trabajaban con jornada contínua, de modo que por las tardes podían disfrutar de su tiempo, ¡los míos hasta estudiaron una carrera!. Hoy en día esto es impensable: se vive para trabajar y no al revés.

    Por supuesto que la maternidad ha salido dañada. Pero, como digo, no sólo la maternidad. Se valora más lo material que lo afectivo, las personas sólo somos números, sólo valemos en tanto que contribuimos al mantenimiento del sistema.

    En cuanto al comentario de Gema... estoy de acuerdo y no lo estoy. Pienso que gran parte de la culpa de la crisis y de la situación que están pasando muchas familias se debe a que durante años se ha vivido por encima de las posibilidades y se ha deseado un nivel de vida que implicaba muchas renuncias personales (empezando por los hijos). Sí que es posible vivir con poco, con bastante poco, pero esto te convierte en un total outsider, lo cual es complicado de sobrellevar.

    Por poner un ejemplo, nosotros nos hemos ido muy pocas veces de vacaciones, y siempre lo hemos hecho fuera de fechas, aprovechando ofertas, yendo a sitios baratos... Vaya, lo que se hacía en otras generaciones!. Nosotros ahora somos los raros, claro, porque la gente sale, entra, gasta, se compra ropa... Cuando nos preguntan si nos vamos de vacaciones y decimos que no, ¡la gente alucina!.

    Es cierto que muchos, cada vez más, no pueden elegir pero para otros es una cuestión de prioridades. Lo demás es autoengaño.

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  3. No tengo claro que seamos ahora peores madres, lo que si estoy convencida es que somos diferentes a como eran nuestras madres, por ejemplo. Mi madre no trabajó nunca fuera de casa, bastante tenía con estrujar el modesto sueldo que llevaba mi padre a casa. En cambio yo, siempre he estado fuera de casa, por mis obligaciones y responsabilidades políticas, y eso se nota. Yo apenas he jugado con mis hijas, la suerte que he tenido es que al ser dos y edades cercanas se han complementado muy bien ellas. Y lo peor de todo es que no eres consciente de este hecho hasta que no ves un día cualquiera jugar a tus hijas con tu madre al parchís, como hacía conmigo y mi hermano. Desde ese día intento estar más con ellas...

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  4. Mi madre ha trabajado toda la vida fuera de casa (es enfermera) y dentro de ella. Por supuesto se ha encargado ella de sus hijas, ya que mi padre era un hombre (sus manos no estaban hechas para labores domésticas). La verdad es que ha tenido que ser muy duro para ella, aunque tuviese ayuda de una chica que nos cuidaba (ha trabajado a turnos, incluidas noches, hasta hace bien poco). De su cuerpo lo ha sacado. Yo creo que no hay pérdida de calidad en la maternidad, eso sí, quitándotelo de tu propia vida. ¿Lo ideal? Lo que veo en casa de mi hermana y mi cuñado. Es cosa de dos, y a medias se educa. ¡Mi padre se lo perdio!

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  5. Diferente no significa necesariamente mejor.

    "No todo lo nuevo es bueno, como tampoco no todo lo bueno es nuevo"



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