lunes, 9 de abril de 2012

¿Es malo fumar en el embarazo?

Rotundamente, SÍ. Y si encuentras a alguien que te diga lo contrario, miente. Es cierto, es verdad, que puede que no le pase nada a tu bebé. Como también es verdad que Santiago Carrillo está a punto de cumplir cien años, fuma como un carretero y no tiene cáncer de pulmón. Pero fumar es un hábito insano, con muchos efectos secundarios negativos para la salud y, además, cada día más difícil de hacer. Si fumas y te has quedado embarazada, es la mejor excusa para poder dejarlo. Y no te engañes, no sufrirás ansiedad por no hacerlo. Ansiedad se siente si le pasa algo malo a tu hijo y está grave en una UCI. No te autoengañes. Dejar de fumar es un ejercicio de voluntad. De fuerza mental. Seguro que demostraste tenerla, por ejemplo, cuando estudiabas o la tienes cada mañana cuando suena el despertador a las siete de la mañana para ir a trabajar. ¿A qué sí?

Pero no es sencillo, es cierto. Lo primero que tienes que hacer es visualizar tu embarazo desde dentro. Imagina a tu feto dentro de la placenta rodeado de humo (es imposible porque contiene líquido pero te puede ayudar) Piensa que le estás pasando la nicotina. ¿Fumarías en una habitación de diez metros cuadrados con un bebé de días? ¿a qué te daría cosa? Pues esto es todavía es peor.

Mentalízate de que tú eres la responsable de su salud mientras esté en tu útero. Cuando salga también pero entonces si te pasas un día de la raya con el tabaco o el alcohol, no le pasará vía cordón umbilical a tu bebé.

Cambia de hábitos. Si cada vez que te montas en el coche enciendes un cigarro, lava el coche, pon un ambientador y no dejes fumar a nadie más. Repítete a tí misma: en este coche va a ir mi bebé cuando nazca y tiene que estar libre de humo.

Si en casa fumas (y es el primer bebé) acostúmbrate desde el embarazo a no hacerlo en casa. El humo del tabaco se queda impregando en los tejidos. Además, es una forma estupenda de acostumbrarte a que en casa ya no se fuma y te habrás quitado otro sitio donde caer en la tentación.



Haz deporte. O al menos ejercicio suave. Caminar una hora al día con buen ritmo y de manera constante beneficia muchísimo al riego sanguíneo, se pierde peso (de forma moderada, tampoco es la panacea) y te aleja de fumar. ¿A quién le apetece fumar mientras da un paseo por el parque?

Bebe líquidos, agua, zumos naturales, infusiones. Compra chicles, lo que sea, pero intenta no fumar. Es un vicio caro, las personas que fuman huelen peor (incluso su aliento) tienen menos esperanza de vida y con lo que te ahorras en tabaco le puedes comprar un par o dos de zapatos monos a tu hijo al mes. ¡Es para pensárselo!

Pide ayuda a tu ginecólogo. Haz planes que no incluyan el tabaco. Quedar con los amigos el sábado apra comer con sobremesa de gin tonics es la fórmula perfecta para que te mueras de ganas de fumar. Es mejor quedar con al pandilla que hace senderismo. Y, además, es un plan perfecto para no engordar demasiado. ¿Por qué no lo haces?

Si a pesar de todo esto no puedes dejarlo, al menos mentalízate de que fuamar más de cuatro al día es bastante malo para el feto. ¿Crees que lo conseguirás?

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